Algunas personas pueden suponer que el hombre se convierte en musulmān cuando confiesa la creencia en la Unidad del Dios Verdadero y en Muhammad como su ūltimo Profeta ﷺ. Sin embargo, tal supuesto estā aūn distante del pleno significado de la Fe. El pleno significado de la Fe en el Islam no es, en absoluto, algo nominal o meramente formal. La Fe en el Islam es un estado de felicidad, que se adquiere en virtud de actitudes positivas y concepciones constructivas, asī como de medidas dināmicas y efectivas.
El Santo Corān y las Tradiciones de Muhammad definen estas medidas necesarias y establecen las normas que constituyen una Fe significativa. Asī pues, los verdaderos creyentes son:
1 . Aquellos que creen en Dios, Sus Angeles, Sus Escrituras recopiladas en el Corān. Sus Profetas - de los que Muhammad es el Ultimo ﷺ -, en el dīa del Juicio Final y en la sabidurīa y el conocimiento absoluto de Dios.
2. Aquellos que confīan siempre en Dios y gozan de una confianza inconmovible en El.
3. Aquellos que emplean, a la manera de Dios, Io que El les ha dado en forma de riqueza, vida, salud, conocimiento, experiencia, etc.
4. Aquellos que hacen regularmente sus oraciones diarias, asī como las celebraciones semanales y anuales.
5. Aquellos que pagan sus impuestos religiosos (limosnas o azaques) a los legītimos beneficiarios (individuos o institucioncs), el mīnimo de los cuales corresponde al 2,5% de los ingresos anuales *netos*, o del valor total de las acciones cuando se trate de empresas, tras deducir todos los gastos y créditos.
6. Aquellos que ordenan hacer el bien y la justicia, y combaten el error y el mal por todos los medios legales a su alcande.
7. Aquellos que obedecen a Dios y a Su Profeta Muhammad ﷺ, sienten aumentar la fuerza de la Fe cuando se recita el Corān, y son humildes de corazón cuando se menciona el nombre de Dios.
8. Aquellos que aman a Dios y a Su Profeta ﷺ sobre todas las cosas y aman sinceramente a su prójimo, sólo por amor a Dios.
9. Aquellos que aman a sus vecinos, próximos y lejanos, y muestran auténtica amabilidad para con sus huéspedes, especialmente con los extraños.
10. Aquellos que dicen la verdad y se entregan a las buenas conversaciones; o, de lo contrario, se abstienen.
Estā claro que el verdadero significado de la Fe hace al IsIam penetrar, de mariera profunda y constructiva, en todos los aspectos de la vida. De acuerdo con el Islam, la Fe auténtica ejerce un efecto decisivo en la suerte espiritual y material del hombre y, también, en su comportamiento personal y social, ademās de en su conducta polītica y en su actividad financiera. He aquī algunos ejemplos de cómo describe el Coran a los verdaderos creyentes. El Corān contiene numerosas referencias, como éstas:
"Sólo son auténticos aquellos cuyos corazones se muestrarn sumisos (y humildes) cuando se menciona el nombre de Dios, quienes sienten que su fe crece y se fortalece cuando se les relatan las revelaciones de Dios, y quienes confīan en su Señor, reconocen la oración (tal como se les ordena) y emplean (en la causa de Dios) Io que Nosotros les hemos otorgado. Son aquellos que creen en la verdad. Para ellos existen (elevados) grados (de honor) junto a su Señor y gozarān de generoso sustento" (Corān, 8:2-4)
En cambio, los creyentes y las creyentes son protectores unos de otros. Recomiendan el bien, prohīben Io ilīcito, observan la oración, pagan AI Zakat y obedecen a Dios y a Su Apóstol, Dios les tendrā en su misericordia porque Dios es poderoso, prudente.
"Dios prometió a los creyentes y a las creyentes jardines bajo los cuales corren los rios, donde morarān eternamente, asī como también albergues encantadores, en los jardines del Edén; mas sabed que la complacencia de Dios es aūn mayor que ello. lal serā la bienaventuranza (Corān, 9:71 -72).
"Son tan sólo creyentes quienes creen en Dios y en su Mensajero y no dudan luego, y sacrifican su hacienda y sus personas por la causa de Dios ¡Estos son sinceros! " (Corān, 49:15).
Ademās de estas referencias corānicas, muchas Tradiciones de Muhammad se expresan de modo parecido. Asī por exemplo:
"Ninguno de vosotros puede ser un verdadero creyente a no ser que quiera para su prójimo, también creyente, Io que desea para sī. Tres son las caracterīsticas de la fe firme, de tal forma que quien las adquiere puede saborear la dulzura de la Fe:
px33 (1) Amar a Dios y a Su Profeta ﷺ sobre todas Ias cosas. (2) Amar al projimo sólo por amor a Dios y (3) Rechazar y resistirse a caer en la incredulidad, en la misma medida que se resiste a ser arrojado al fuego.
"Quien cree en Dios y en el dīa del juicio Final tiene prohibido causar daño alguno a su vecino, estā obligado a ser amable con sus huéspedes - especialmente con aquellos que son extraños -, debe decir la verdad o, de Io contrario, abstenerse de hablar".
Existen mūltiples versīculos y tradiciones semejantes a los citados. Pero debe tenerse en cuenta, sin embargo, que las citas recogidas no son, ni pueden ser, las palabras exactas dei Corān y de Muhammad tal como se expresa en el texto arabe. La razón es simple. Ningūn intérprete, por cultivado y experto que sea, podrā jamās transmitir, en lengua alguna, la fluerza espiritual y el encantador atractivo del Corān. El Corān es - y asī lo hizo Dios - inimitable; y queda muy lejos, de la imaginación y de la energīa humana, producir nada semejante. Lo que es cierto del Corān, en este sentido, es tambien cierto de las tradiciones de Muhammad en cierta medida; porque, después del Corān, sus palabras son las mās concluyentes y elocuentes (1).
El Islam previene, en todo momento, contra los conceptos y rituales superficiales, contra las formalidades vacīas y las creencias ineficaces. Dios explica en un versīculo representativo el pleno significado de la rectitud, en los términos siguientes:
"La piedad no sólo consiste en que orientéis vuestros rostros hacia el Levante o el Poniente, sino que la verdadera piedad es la de quien cree en Dios, en el dīa del juicio Final, en los āngeles, en el Libro, en los profetas; en invertir su hacienda en caridades, por amor a Dios, a sus parientes, a los huérfanos, a los menesterosos, a los viajeros, a los mendigos, y en el rescate de cautivos. Quienes observan la oración, pagan Al Zakat, cumplen con sus compromisos contraīdos, son pacientes, tanto en la miseria como en la adversidad, o durante el combate. ¡Estos son los verdaderos creyentes, y estos son los timoratos! (Corān, 1 :177)
En este versīlculo se da una hermosa y clara descripción del hombre recto. Debe respetar todas las reglas saludables y fundamentar sinceramente su vida en el amor de Dios v el amor al prójimo por amor a Dios. Aquī encontramos cuatro elementos: (I) nuestra Fe debe ser auténtica y sincera (II) hemos de estar dispuestos a dar testimonio de ella en obras de caridad y amabilidad con nuestro prójimo, (III) debemos ser buenos ciudadanos dando apoyo a las instituciones benéficas y a las organizaciones comerciales y (IV) debemos sec constantes e inconmovibles en cualquier circunstancia.
px34 Por consiguiente, queda claro que la rectitud no es tan sólo una cuestión de propuestas vacīas. Debe basarse en una fe sólida y en la prāctica constante. Debe abarcar et pensamiento y la acción de la persona y trascender a su vida interior y exterior, a sus asuntos individuales y comunes. Cuando se establece el principio islāmico de la rectitud, éste lleva la paz al individuo en todas las circunstancias, aporta seguridad a todos los niveles de la sociedad, solidaridad a la nación y esperanza y armonīa a la comunidad internacional. ¡Qué apacible y gozosa puede ser la vida, cuando las personas ponen en prāctica el concepto islāmico de la rectitud! �Qué puede haber mās tranquilizador que la fe en el Creador Benéfico y el com- prometerse en tan valiosa causa? �Qué puede haber mās humano que mitigar las recónditas ansiedades de los sojuzgados, aliviar los sufrimientos de los explotados y dar respuesta a las necesidades de los desvalidos? �Qué hay mās metódico y honrado que el cumplimienta de los compromisos, la preservación de la conciencia clara y el mantenimiento de la integridad? �Y qué proporciona goces mās espirituales que hacer todo ello con regularidad, como algo cotidiano, y por amor a Dios?
Lo que se ha dicho acerca de la fe y de la rectitud suele ser cierto en cuanto a la piedad. No es tampoco, en este caso, cuestión de afirmaciones verbales y peticiones cómodas. Es algo mucho mās serio. El Corān es, como siempre, nuestra mejor fuente, y cuando habla de los piadosos los describe como "aquéllos que creen en et Mās Allā, observan la oración y hacen caridad con algo de cuanto les agraciamos y en cuanto fue revelado (Muhammad), quienes creen en Io que te fue revelado y en cuanto fue revelado antes que a ti, y estān persuadidos de la vida futura, estos siguen la senda de su Señor y serān los bienaventurados" (Corān, 2:3-5). Piadosos son quienes hacen caridad, tanto en la prosperidad como en la adversidad, que reprimen su cólera, que indultan al prójimo, porque Dios aprecia a los bienhechores, que cuando cometen una obscenidad o se condenan, mencionan a Dios e imploran el perdón de sus pecados (mas, �quién sino Dios perdona los pecados?), y no reinciden, a sabiendas, en Io que cometieron; estos, cuya recompensa serā una indulgencia de su Señor y jardines bajo los cuales corren los rīos, donde morarān eternamente. ¡Cuān magnīfica serā la recompensa de los bienechores! (Corān 3:134-13ó)
En estos versīculos encontramos que la piedad requiere un empleo adecuado de la mente, asiéndose a la verdad de Dios y de la vida, un empleo adecuado de la riqueza, gastando a la manera de Dios en cualquier circunstancia, y un empleo adecuado de las capacidades espirituales y fīsicas del hombre merced a la observancia de la oración. Exige igualmente un elevaclo grado de autocontrol sobre la ira y las emociones propias, una capacidad moral para el perdón y la paciencia y una urgencia consciente de hacer que el pecador vuelva a Dios con dolor y arrepentimiento. Ser piadoso es ser un hombre de convicciones auténticas y hermosas, de determinación y carācter, de voluntad y valor y, sobre todo, ser un hombre de Dios. La piedad, la rectitud y la fe consciente se encuentran relacionadas entre sī y confluyen todas en un sólo cauce. Conducen al Islam y configuran al auténtico musulmān.
px35
El Dios Misericordioso y Amante ha enviado multitud de profetas en épocas diferentes de la historia. Todas las naciones conocidas han tenido uno o varios profetas de Dios fueron hombres de buen carācter y elevado honor. Fueron preparados y elegidos por Dios para entregar Su Mensaje a la humanidad. Su honradez y veracidad, su inteligencia e integridad, estān fuera de toda duda. Fueron infalibles por cuanto no cometieron pecados ni violaron la Ley de Dios; aunque, como mortales pudieron incurrir en errores no intencionados, en algunos asuntos y decisiones humanas. Su criterio privado no fue siempre necesariamente acertado.
El envīo de estos profetas por Dios constituye una clara manifestación del fuerte nexo existente entre el Cielo y la Tierra, entre Dios y el hombre, significa que el hombre puede reformarse y que tiene mucho de bueno dentro de sī. La finalidad del mensaje profético radica en confirmar Io que el hombre ya conoce o puede conocer, y en enseñarle Io que no conoce o no puede conocer por sus propios medios. Consiste, asī mismo, en ayudar al hombre a encontrar el camino recto de Dios, en hacer el bien y rehuir el mal. Los profetas representan una elocuente expresión del amor de Dios por Sus Criaturas, y Su Voluntad de conducirlas por el sendero de la creencia y et comportamiento acertados.
Es una mariera de subrayar Su Justicia hacia el hombre, porque previamente le muestra su orientación auténtica, haciéndole, después responsable de sus actos. Advierte al hombre, a través de Sus Profetas, que si su obcecación le impide advertir los peligros de sus malas acciones, su comportamiento se hace objeto de castigo. Todo ello se halla en completo acuerdo con el amor y la justicia de Dios, y con el valor y la capacidad del hombre como responsable ante su Señor.
Tanto el origen como la protección del Mensaje Profético proceden de la fuente del Uno y el Mismo: es Dios. Su objetivo es el de servir a Dios, poner al hombre en conocimiento de Dios y de Sus Divinas Esperanzas, establecer la verdad y la bondad, ayudar al hombre a realizar el auténtico objetivo de su existencia; esto es, a dirigir su vida con una finalidad determinada. Es, en base a esto, por lo que los musulmanes no hacen ningūn tipo de discriminación entre los profetas y aceptan sus enseñanzas como consistentes y complementarias. Y es, por esta razón, por la que los musulmanes creen en todos los Libros Sagrados y aceptan a todos los profetas de Dios, como ya se ha mencionado.
La vida es una brillante demostración de la sabidurīa y el conocimiento de Dios, un vīvido reflejo de Su Arte y Poder. El es el Dador y el Creador de la Vida.
Nada debe su existencia al azar y nadie se crea a sī mismo, ni crea tampoco ser alguno. La vida constituye un valor querido y estimable y ninguna persona sensata y normal desearīa perderla por su voluntad. Incluso, aquellos que se sienten desesperados, y ponen fin a sus vidas cometiendo suicidio lento, tratan en el ūltimo minuto de recuperar su existencia y desean recibir una segunda oportunidad de vivir. La vida le viene dada al hombre por Dios, y El es el Unico Legitimado para quitar ---hier kommt Forts.: S.36----
lsi_s-36 la; nadie mās tiene derecho a destruir una vida. Es por ello por lo quel el Islam prohibe todo tipo de suicidios y autodestruccīon y recomienda paciencia y buena fe cuando muere un ser querido. Cuando se ejecuta a un asesino en castigo de sus crīmenes, su vida es arrebatada en virtud del derecho de Dios y de acuerdo con Su Ley. --------- px40 este factor extrarlo arladido.En el Islam existen pecados mayores y menores, por cuanto existen pecados contra Dios y pecados contra Dios y el hombre. Todos los pecados contra Dios, excepto uno, pueden perdonarse cuando et pecador procura sinceramente et petdón. El Corin ha afirmado que et Dios verdadero no perdona el pecado de "chirk" (polite~smo), panteilsmo, trinidad, etc.). Pero El perdona todos los demās pecados y perdona a quien Et desea. Ahora bien, si el politelsta o et ateo vuelven a Dios, su pecz-do quedarā perdonado. Los pecados cometidos contra los hombres Só1o son perdonables cuando el ofendido perdona al ofensor o cuando se aplican las compensaciones y/o castigos adecuados.
En conclusión; el pecado se comete, no es congénito, se produce, no es innato, puede evitarse, no es inevitable. Constituye una violación deliberada y consciente de la ley inequ(voca de Dios. Si et hombre realiza algo como consecuencia verdadera de los instintos naturales, o de móviles absolutainente irresistibles y depresiones incontrolables, ese acto no es pecado en el Islam. De Io contrario, los planes de Dios serian inūtiles, y la responsabilidad del hombre vana. Dios espera del hombre que se mantenga dentro de las posibilidades y logros humanos.
Tanto como concepto o como valor, la libertad ha sido negada por multitud de personas, grupos y naciones. Muy a menudo ha sido objeto de abusos y malas interpretaciones. La realidad es que el hombre no puede ser libre en et sentido absoluto de la palabra, en ninguna sociedad humana. Deben existir ciertas limitaciones para que la sociedad funcione ordenadamente.
Aparte de esta idea general, el Islam proclama la libertad, la valora y la garantiza tanto para el musulmān como para el no musulman. El concepto islāmico de la libertad se aplica a todas las actividades voluntarias del hombre en todas las andaduras de la vida. Ya se ha declarado que todo hombre nace libre con arreglo a Ia "fitra", o un estado natural puro. Esto significa que el hombre ha nacido libre del sometimiento, del pecado de la inferioridad heredada y las trabas atāvicas. Su derecho a la libertad es sagrado, en tanto no infrija deliberadamente la ley de Dio o profane los derechos de los demās.
Uno de los principales objetivos, del Islam es el de liberar a la mente de supersticiones e incertidumbres, al alma del pecado y la corrupción, a la conciencia de la opresión y el temor, e incluso al cuerpo del desorden y la degeneración.
El proceder que el Islam ha impuesto al hombre para conseguir esta meta incluye esfuerzos intelectuales profundos, observancias espirituales constantes, prinscipios morales vinculantes, e incluso normas alimenticias. Cuando el hombre sigue este proceder religiosamente, no puede dejar de alcanzar su ūltima meta de libertad y emancipación.
La cuestión de la libertad en cuanto a la creencia, la adoración, y la conciencia reviste también extrema importancia en el Islam. Todo hombre tiene derecho a ejercer su libertad de creencia, conciencia y adoración. En las palabras del Corān, Dios dice: Nada de imposición en cuanto a religión, porque ya se ha ducida- px41 do la verdad del error. Quien reniegue del seductor y crea en Dios, se habrā aferrado a la verdad inquebrantable, porque Dios es omnioyente, sapientīsimo (Corān, 2:250)
El Islam asume esta actitud porque la religión depende de la fe, de la voluntad y del compromiso. Todo ello carecerīa de sentido si fuera impuesto por la fuerza. Ademās, el Islam presenta la Verdad de Dios en forma de oportunidad y deja al hombre la elección de decidir su propio proceder. El Corān dice: la Verdad dimana de vuestro Señor; asī pués, quien quiera que crea, y quien no quiera que no crea (Corān, 18:29)
El concepto islāmico de la libertad constituye un artīculo de fe, un mandato solemne del Creador Supremo. Se basa en los principios fundamentales siguientes: Primero, la conciencia del hombre sólo se halla sujeta a Dios, ante Quien todo hombre es directamente responsable. Segundo, todo ser humano es personalmente responsable de sus obras y sólo él tiene derecho a recoger los frutos de su trabajo. Tercero, Dios ha delegado en el hombre la responsabilidad de decidir por sī mismo. Cuarto, el hombre recibe guīa espiritual suficiente y cuenta con cualidades racionales que le permitan tomar opciones responsables y firmes. Ese es el fundamento del concepto islāmico de la libertad y ese es el valor de la libertad en el Islam. Constituye un derecho natural del hombre, un privilegio espiritual, una prerrogativa moral y, sobre todo, un deber religioso. Dentro del marco de este concepto islāmico de la libertad no queda sitio para las persecuciones religiosas, los conflictos de clases o los prejuicios raciales. El derecho individual a la libertad es tan sagrado como su derecho a la vida; la libertad equivale la propia vida.
Un elemento bāsico del sistema de valores del Islam es el principio de la igualdad o, mejor aūn, de la equidad. Este valor de la igualdad no debe confundirse, ni mezclarse, con la identidad o el estereotipo. El Islam enseña que todos los hombres son iguales a los ojos de Dios, aunque no sean necesariamente idénticos. Existen diferencias de capacidades, potenciales, ambiciones, riqueza y asī sucesivamente. Pero ninguna de estas diferencias puede dar pie para justificar un status de superioridad de un hombre o una raza respecto a otros. El linaje del hombre, el color de su piel, el volumen de su hacienda y el grado de prestigio de que goza, no influyen en el carācter y la personalidad del individuo, por Io que a Dios se refiere. La ūnica distinción que Dios reconoce es la distinción en la piedad y el ūnico criterio que aplica Dios es el criterio de la bondad y la excelencia espiritual.
¡Oh, humanos!, ciertamente, os creamos de un hombre y de una mujer os dividimos en naciones y tribus para que os reconozcaīs. Por cierto, que el mās honrado de vosotros ante Dios es el mās timorato; porque Dios es sapientīsimo y estā enterado (49:13).
Las diferencias de raza, color o condición social son
puramente accidentales. No influye la estatura real
del hombre a los ojos de Dios. La igualdad no es
tampoco simplemente cuestión de derechos
constitucionales, de acuerdo entre caballeros, o de
caridad condescendiente. Es un artīculo de fe, que el
musulmān asume
seriamente y debe respetar con todo sinceridad. Los fundamentos de este valor islāmico de la igualdad se encuentran fuertemente enraizados en la estructura del Islam. Emana de principios bāsicos como siguentes:
(1) todos los hombres han sido creados por el Unico y Mismo Dios Etreno, el Supreme Señor de Todo.
(2) Todo la humanidad pertenece a la raza humana y participe igualmente de la descendensia comūn de Adām y Eva.
(3) Dios es justo y bueno con todas sus criaturas. No es parcial ante raza, edad o nación* alguna. Todo el universo es su dominio y todos los pueplos son Sus criaturas.
(4) Todas las personas nacen iguales, en el sentido de que nadie conlleva ninguna posesión y todos müren iguales, en el sentido de que no llevan consigo ninguna de sus pertenencias mundanas.
(5) Dios juzga a cada persona conforme a sus propios méritos y de acuerdo con sus propias obras.
(6) Dios ha otorgado al hombre, como tal, un tītulo de honor y dignidad.
fn p.13: El hecho de no encontrar el camino no significa que no exista.
vs.2.3